-Viejo, te gustó la comida?
Mi padre le responde:
-Vieja, cuando tu cocinas, hasta el perro de la casa lame su
platico.
Ella se sonroja, me mira
con emoción y me dice: es cierto el perro se queda buscando más cuando yo
cocino. Aunque sé, que su real emoción es la expresión de su marido, al
sentirse complacido con su "sazón".
Esta escena, que en verdad no me sorprende entre mis padres, me
lleva a cuestionarme: ¿Cuál es la fórmula para llegar a más de 50 años de unión
matrimonial y mantener viva la emoción, la galantería, envejecer encontrándose
el uno al otro atractivos aun con el paso de los años?
Mis padres han llevado por años un matrimonio tradicional, de esos
que cualquier feminista podría aborrecer, y durante una etapa de mi vida veía a
mi madre con su eterno rol de ama de casa, pareciendo no cansarse nunca, la madre de profesión, con sus 7 hijos
a cuestas. Mi espíritu de rebeldía, me decía que eso era lo que No quería en la
vida, y entendí que tomar la decisión de ser soltera por mucho tiempo y no
tener hijos me daba una libertad codiciada por muchos. Sin embargo, ahora que
la adultez me ha calmado, y que comparto más tiempo con mis padres, puedo valorar
otras cosas y ver la magia del amor verdadero, el que hace responder a mi padre,
cuando le preguntas por mi madre, que
ella salió muy buenamoza con una de sus hijas. Ese amor que hace a mi madre
decir que la gorra del Licey le queda fabulosa a mi papá.
Amigas saben que firmé un pacto conmigo misma de mantenerme
soltera eternamente, y Juanita me lo recuerda cada vez que puede, pero saber
que existen estas historias me hace pensar que no es tarde para iniciar una
propia. Por eso, Sálvese quien Pueda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario