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lunes, 4 de marzo de 2013

La valentía de renunciar.

A propósito de la reciente renuncia de  Benedicto XVI  a ser Papa, al igual que a otros seres humanos, me llegan a la cabeza una serie de ideas que se me agolpan dentro. He visto como en diferentes medios y redes todos dan sus opiniones acerca de la misma, y aunque parezca un poco tarde, me he puesto a reflexionar acerca de la valentía que implica renunciar a tiempo. Si y digo a tiempo, porque hay quienes esperan ya tener el agua en las narices para hacerlo.

Ver que el lugar donde estas laborando no es el indicado y no te encamina a tus metas,  requiere la misma valentía que nuestro pasado Papa. Estar  en ese matrimonio lleno de violencia intrafamiliar por encima de todo, requiere seguir el ejemplo de Benedicto XVI.

Cuanto dudamos para decidir en un momento oportuno,  cuantos pretextos formamos, cuantas excusas validas nos damos a nosotros mismos para no renunciar y comenzar una nueva vida a cualquier edad y bajo cualquier circunstancia. Sentimos que es mejor mantenernos en el supuesto círculo de seguridad, antes que abandonar y tomar otro rumbo. Pero se han detenido a pensar todo  lo que dejó de lado  este Papa, y en que momento de su vida. Muchos pensaran, ¿pero cuantos años le quedan de vida que no pudo esperar? los que sean, los vivirá con la bendición de Dios, pero bajo su propia convicción.

Creo que cada vez que veamos un reportaje con la historia de Benedicto XVI debemos preguntarnos si estamos felices con lo que hacemos, con las personas que estamos, si vamos camino a nuestra meta o si por el contrario, debemos renunciar y recomenzar.

Por mi parte, aplaudo a Benedicto y todo el que en su buen momento toma la valiente decisión de renunciar.

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