En
noches pasadas estaba reunida con un grupo de amigas de hace muchos años, no
digo viejas amigas, porque aparte de que me pueden retirar la amistad, en su
mayoría son más jóvenes que yo. Todas, incluyendo a Juanita, hablaban acerca de
sus logros profesionales y sus desaciertos amorosos y juzgábamos nuestras
relaciones de una forma que ni el juez Severino en su gran época podía ser más
duro e impiadoso. Entonces al llegar a mi casa y aislarme en mi meditación me
preguntaba: por qué no iniciamos el perdón con nosotras mismas? Por qué no
podemos perdonarnos y darnos ciertas libertades para aceptar que como mortales
podemos vivir relaciones imperfectas? Podemos permitirnos equivocarnos y en el
camino disfrutarlo.
En
esta semana me estoy enfocando en el perdón, pero claro hace tiempo que me
enfoqué en que "No todos los hombres
son iguales" por lo que, aunque perdono y hasta olvido, estoy
consciente y tengo pruebas de que, si te perdonas a ti misma, puedes tener una
relación con una persona con defectos, pero que te valore y procure tu
felicidad.
Perdonarnos
a nosotras mismas nos da licencia para ser más fuertes, mas autenticas y vivir
relaciones más placenteras, no basadas en lo que los demás esperan de nosotros,
sino en lo que suple nuestras reales necesidades personales, vivir el amor
después del amor y disfrutarlo.
Les
cuento que sostuve una conversación parecida a esta con Juanita, quien me
reitera que siempre perdona, pero no olvida. Sin embargo se está dando la
licencia de vivir cada momento a la vez y disfrutar sin culpa, encontrando a
todos los chicos inocentes, hasta que demuestren lo contrario.
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